• Los padres de la criatura (Cumbres borrascosas y Frankenstein)

    Un análisis de la relación de los padres con sus monstruos en Cumbres borrascosas, Frankenstein y Un terremoto en Chile


    Afiche de la película Frankenstein, de 1931
    Fuente Wikimedia Commons, autor: Employee(s) of Universal Pictures


    Con un movimiento de su mano, una criatura gigantesca, de piel amarillenta y labios negruzcos, termina con la vida de un niño. Es el comienzo de una trama de venganza que la llevará a asesinar a todos los seres queridos de su creador. Por otro lado, un hombre joven somete a un régimen de terror y sadismo a su esposa y a su hijo, también sediento de venganza. Y por último, en medio de una turba iracunda, un padre asesina a su hijo con una maza, apenas un episodio de una tragedia que incluye el asesinato de un bebé.

    ¿Qué tipo de monstruosidades son estas? ¿Quiénes son los monstruos que las producen? ¿Cómo los monstruos terminan siendo monstruos o haciendo monstruosidades? Son las preguntas que se propone contestar este trabajo, que analizará y relacionará Cumbres borrascosas, de Emily Brontë, Frankenstein, de Mary Shelley, y El terremoto en Chile, de Heinrich von Kleist. La hipótesis es que los personajes de las novelas mencionadas no nacen monstruos, sino que son las miradas y las acciones -o inacciones- de los demás las que los condicionan y los llevan a ser lo que terminan siendo. La ausencia paterna en este sentido es fundamental, porque la orfandad de Heathcliff y de la criatura de Victor Frankenstein, y el repudio del padre de Jerónimo, deja librados a estos personajes a una experiencia con el medio que no solo los transforma en monstruos sino que los termina matando. En el caso de Jerónimo, es el propio padre convertido en mano justiciera de la muchedumbre, algo que el propio Dr. Frankenstein busca pero no consigue hacer.

    El trabajo mostrará también cómo la posibilidad de una segunda generación, encarnada por Hareton y Cathy 2, cambia este destino trágico. Lo que sucede en el final de Cumbres borrascosas, en Frankenstein es una posibilidad trunca por la decisión de Victor de destruir a su segunda criatura antes de terminarla. Y en El terremoto en Chile, es un final abierto para Felipe, el hijo adoptivo de Don Fernando y doña Elvira.



    El origen


    En Frankenstein, de Mary Shelley, sabemos que la criatura está formada por partes del cuerpo de personas fallecidas. Es una creación consciente, usando los impulsos eléctricos y los conocimientos de un estudiante de Medicina. Sin embargo, el Dr. Frankenstein, el padre, abomina a su hijo apenas lo concibió. ¿Qué le hace arrepentirse? ¿El aspecto de su hijo? ¿Hay algo más que eso cuando la criatura todavía no tuvo oportunidad de hacer nada? Si bien una de las versiones cinematográficas aportó la espectacularidad de la frase “¡Está vivo!”, la versión original transmite el horror mediante la descripción física del monstruo: su cerúlea piel “apenas disimulaba la disposición de los músculos y las arterias que cubría” (Shelley; Cap IV), labios negruzcos, ojos hundidos, su aspecto lo condiciona al interactuar con otros seres vivos. Esa experiencia termina en una conclusión: el resentimiento por el padre que lo creó de tal forma que lo obliga a vivir en soledad. Parece ser el padre el que lo convierte en un monstruo porque no le da las herramientas para ser aceptado. Y lo abandona en vez de criarlo o educarlo.

    ¿Cuál es el origen de la monstruosidad de Heathcliff? A diferencia del Dr. Frankenstein, no sabemos cómo el viejo Earnshaw concibió a esta criatura. Pero sí sabemos que también dejó inconcluso su trabajo. Murió dejando a su hijo adoptivo a merced de Hindley, que lo convertirá en un peón de la familia. Y también le quitará toda oportunidad de educarse o de tener algún buen ejemplo.

    El Dr. Frankenstein y el viejo Earnshaw son similares en cuanto a que los dos forman el carácter de su criatura por omisión, no por acción. Pero Heathcliff llora la muerte de su padre. En cambio la criatura se dedica a atormentar al Dr. Frankenstein hasta que cree a alguien semejante a él. Heathcliff no lo necesita, tiene a Cathy. Catherine es su semejante, es la única criatura que declara sentir lo que él siente. Incluso hay similitudes filiales entre ambas novelas, ya que Cathy es hermana adoptiva de Heathcliff. Si Victor Frankenstein hubiera concretado la creación de una pareja para su hijo, le estaría dando una hermana. En esa lógica podríamos decir, entonces, que en Cumbres borrascosas, el viejo Earnshaw le lleva una pareja a Catherine, su criatura, concretando lo que Victor Frankenstein no se anima a hacer.

    Monstruosidades


    Dijimos que la monstruosidad en estas obras comienza con el abandono de los padres. Hindley, el que toma el bastón de mando cuando muere su padre, intenta remendar el error de dar a Heathcliff un lugar que no le corresponde. Lo relega en la familia, le quita toda posibilidad de heredar, de relacionarse con Cathy. Pero Heathcliff ya está en camino a convertirse en el monstruo que cobrará venganza. En El terremoto en Chile, se entiende que el padre de Jerónimo está de acuerdo con la sentencia de su hijo. Lo considera también un monstruo por haber roto la ley eclesiástica1, por haber tenido un hijo con Josefa mientras ella estaba recluida en un monasterio. Tal es el sentimiento de abominación del padre, que apenas lo detecta en la multitud de la misa, lo asesina. Es lo que también intenta el Dr. Frankenstein con su criatura cuando la persigue hasta el Polo Norte.

    En el caso de Hindley, perdido en el alcohol y sus deudas de juego, termina dejando que el auténtico padre de su hijo Hareton sea Heathcliff, quien se venga sumiendo al muchacho en la ignorancia, como en el pasado hicieron con él. Sin embargo, como una subtrama de Cumbres borrascosas, o una continuación de Frankenstein pero con final feliz, Hareton obtiene lo que necesita, consigue a su semejante, Cathy 2. Triunfa donde fallaron Heathcliff y la criatura del Dr. Frankenstein. Acá es necesario remarcar una cuestión importante que señala el carácter contradictorio de Heathcliff como padre. Si bien, como dijimos, intenta evitar que Hareton se eduque, hay un momento clave en la novela en que renuncia a consumar su venganza, a sabiendas de que la unión de Hareton y Cathy 2 iba a terminar con su tiranía:

    “Después de que me proveo de herramientas suficientes para echar abajo las dos casas, y me entrego a unos trabajos casi hercúleos, resulta que me falta la voluntad para consumar mi obra. He vencido a mis antiguos enemigos y ahora puedo, si quiero, redondear mi venganza en sus descendientes. Pero ¿para qué? No me interesa ya ni quiero molestarme en levantar siquiera la mano contra ellos. Pero no te figures que me propongo deslumbraros ahora con un gesto magnánimo. ¡Nada de eso! Lo que pasa es que he perdido el gusto de destruirles, y me siento con muy pocas ganas de destruir. (…) Hace cinco minutos, Hareton me parecía, más que un ser humano, el símbolo de mi juventud. Si llego a hablarle, hubiera parecido que mis palabras eran insensatas. Su parecido con Catalina me la recordaba de un modo terrible”. (Brontë; Cap 33).

    Hareton es un tercer par, por un lado físicamente de Catherine, por otro de Heathcliff, su padre adoptivo. Sobre el dúo Heathcliff/Hareton hay un trabajo muy interesante de Sara Martín, llamado “Heathcliff’s Blurred Mirror Image: Hareton Earnshaw and the Reproduction of Patriarchal Masculinity in Wuthering Heights”. Ahí, la autora desarrolla el tema de la filiación en Cumbres borrascosas, en especial la relación entre Heathcliff y Hareton. Según ella, Emily Brontë postula a Hareton como un nuevo modelo de masculinidad que encaja mejor con las necesidades de Cathy 2, la joven heroína: “Lejos de ser, como sugieren Mellor y otros comentaristas, una falta de coraje, la segunda parte de Cumbres borrascosas culmina con éxito el proyecto de justificar el retiro de Heathcliff para ayudar a las lectoras a superar la idealización como héroes románticos de hombres brutales como él”2. Si bien la lealtad de Hareton hacia su padre adoptivo permanece viva hasta último momento, eso no quiere decir que el muchacho reproducirá el mismo comportamiento de Heathcliff. Sobre el final de la novela, Cathy 2 descubre a Hareton como un posible aliado contra la tiranía de Heathcliff. A partir de ese momento, comienza un plan de seducción enseñándole a leer.

    Otra cuestión que desarrolla el trabajo de Sara Martín es la figura de Catherine como una mujer que goza controlando a los hombres, lejos del amor romántico con Heathcliff, a quien parece detestar cuando le describe sus características a Nelly, con la intención de evitar el casamiento con Isabella:

    “Cathy, de alguna manera, espera que Heathcliff le sea eternamente fiel en mente si no en cuerpo: ella está lista para aceptar el matrimonio de él con Isabella, siempre que su motivación sea sexual. Esto plantea la pregunta de qué es exactamente lo que ella piensa que es el amor y, de hecho, por qué Heathcliff no puede expresar su amor de una manera física clara. Su extraño comportamiento sugiere que su principal satisfacción radica en la sumisión de Edgar y Heathcliff a sus caprichos. Cuando con toda razón Edgar se niega a aguantarlos y obliga a Cathy a elegir entre él y Heathcliff -porque Edgar solo puede ver esa relación en términos de adulterio- ella, como una niña mimada, hace una rabieta, se vuelve loca y muere. Hay que preguntarse cómo los críticos literarios confundieron el egoísmo de Cathy y la paralizante desesperación de Heathcliff con un respaldo al amor romántico más allá de la tumba”. (Martín, 2006; 5).

    En cuanto a la figura de Heathcliff, ese trabajo lo postula como un monstruo gótico, acorde a la época en que fue escrito. En ningún momento de la novela, algún acto humanitario lo desmiente. Incluso él mismo, cuando habla con Nelly, se encarga de contraponerse al héroe romántico3, a esa idea que Isabella tiene de él como un caballero devoto. Es su atractivo físico, según la autora del trabajo, lo que movió a lecturas románticas en el siglo XX4.

    Reflejos


    ¿Qué hubiera pasado si el monstruo del Dr. Frankenstein conseguía su cometido de vivir en el exilio con una criatura igual a él, que lo comprenda y no le tema? ¿Y si entre los dos concebían a un hijo? ¿Qué características tendría el descendiente de las criaturas creadas por esta suerte de dios mitológico, dador de vida, llamado Victor Frankenstein5? ¿Sería también un monstruo como ellos? ¿Qué convirtió en monstruos a sus padres? Por otro lado, ¿no hay una similitud extraordinaria entre este desarrollo posible y lo sucedido en Cumbres Borrascosas? El viejo Earnshaw vuelve de Liverpool con su pequeño monstruo lleno de hollín. No adrede como V. Frankenstein, pero también lo abandona cuando muere. Y como dijimos, el pequeño Heathcliff experimenta la hostilidad de Hindley. También su situación de huérfano/bastardo, que lo convierte jurídica (no puede heredar) y fácticamente en un paria social. A los ojos de los demás, Heathcliff es un monstruo. ¿Cómo no ser un monstruo si el resto del mundo lo cree así? Pero H. tiene a Catherine, su igual, no necesita que el Dr. Frankenstein visite el cementerio ni apele a su ciencia, la tiene ahí, al alcance de la mano. Y sin embargo, no logra algo diferente a lo que sucede cuando la criatura de Mary Shelley se espanta con su propio reflejo en el agua6. Catherine ve en Heathcliff su propia monstruosidad, una imagen que al mismo tiempo la espanta y la atrae, de ahí el zigzag en la manera de relacionarse. Quiere tenerlo cerca pero jamás como pareja, al menos en el mundo de los mortales. Queda claro cuando Cathy le advierte a Isabella sobre la brutalidad de Heathcliff. Es consciente de la naturaleza monstruosa de su hermano adoptivo, pero esa naturaleza monstruosa no es más que un reflejo de ella misma. Incluso Alberto Manguel, en “Frankenstein, el monstruo”7, lleva más lejos todavía la idea del reflejo: “Hecho de tantos hombres, el Monstruo del doctor Frankenstein es, en parte al menos, nuestro espejo, reflejo de aquello que no queremos o no nos atrevemos a recordar. Quizás por eso da miedo”.

    Claro está que la monstruosidad no funciona de la misma manera entre los personajes de ambas novelas. Por un lado, la criatura del Dr. Frankenstein genera un rechazo muy fuerte de todos aquellos que lo ven, desde el comienzo hasta el fin de la novela. Es un monstruo que vivió primero en el bosque, pero que después alcanzó un nivel sorprendente de educación al espiar a otras personas, una educación que no le permite ningún progreso social. Heathcliff, en cambio, al cabo de tres años misteriosos en que desaparece, consigue no solo enamorar a una mujer sino quedarse con las propiedades de sus enemigos. ¿Pero esas son todas las diferencias? No, en “¿El rostro de Heathcliff?: Interpretación actoral y adaptación cinematográfica en Cumbres Borrascosas de Peter Kosminsky”, Sara Martín8 desarrolla más la influencia del atractivo físico del antihéroe en la reacción de los personajes de Cumbres borrascosas ¡y en las propias alumnas de la profesora!9 Discute la idea de Heathcliff como un héroe byroneano: “Heathcliff es tanto víctima como pecador; sí que parece haber heredado el encanto irresistible y siniestro de Ruthven–al menos según admiradoras como Isabella”. (Martín, 2016; 13). Su lado siniestro, repasa Sara Martín, causó incluso el rechazo del público victoriano, algo probado por la ausencia de una representación teatral, “algo que solía ser señal inequívoca de aceptación popular”. (Martín, 2016; 15).

    Heathcliff, entonces, es un monstruo atractivo, al que Isabella se niega a mirar como realmente es. Es que si consideramos que Cathy es también atractiva, y que, como dijimos, es el reflejo de Heathcliff, parece una conclusión lógica. Podríamos pensar que Edgar también se niega a ver la monstruosidad de Cathy, empeñado en retenerla como su esposa sea como sea. ¿Por qué no pensar también en Edgar como un “admirador” que sufre esta dualidad víctima-pecadora de su esposa?

    Siguiendo la idea de Manguel de que el monstruo es un espejo donde nos espanta mirarnos, Heathcliff y la criatura son hijos sin identidad, huérfanos a los que no les queda otra alternativa que definirse a partir de la mirada de quienes los ven como monstruos, de los que se espantan. Están configurados por los demás.

    Jerónimo y Felipe


    El terremoto en Chile comienza con Jerónimo, uno de los protagonistas, esperando que lo ejecuten por haber engendrado un hijo con una mujer de otra clase social. Sabemos que este personaje es plebeyo, pero no sabemos nada sobre su familia hasta el final, cuando su padre, unido a una turba iracunda, lo asesina al descubrirlo en una procesión en la iglesia local. ¿Qué sucede entre la espera de la ejecución estatal hasta el asesinato? Un terremoto devastador, que le permite a Jerónimo escapar. Pero esa fuga es temporal. Jerónimo vuelve a la ciudad, donde sucede lo ya relatado. Mientras descarga un mazazo para asesinarlo, su padre exclama: "Este es Jerónimo Rugera, ciudadanos; yo soy su propio padre”. (Kleist; 7). Declara la paternidad del monstruo para, después, terminar con su vida. A diferencia del Dr. Frankenstein, en la novela de Kleist no es un personaje atormentado el que saca la conclusión de que su hijo es un monstruo, sino que el padre de la criatura es un mero ejecutor de una sentencia a muerte anterior.

    El futuro de Felipe, hijo de Jerónimo y Josefa, es un libro con las hojas en blanco. Hijo adoptivo de don Fernando y doña Elvira, no será huérfano como Heathcliff y la criatura de Frankenstein, pero al mismo tiempo será criado por una pareja de nobles que no pudieron impedir el asesinato de los padres biológicos del niño a manos de plebeyos como el maestro Pedrillo. Si el pueblo se entera de sus verdaderos orígenes, ¿no podrían convertirlo en monstruo a él también?

    Conclusión


    Resulta curioso que haya tan poca bibliografía en castellano que relacione lo monstruoso en las figuras de Heathcliff y la criatura del Dr. Frankenstein. El eje fue tan productivo que permitió crear una suerte de triángulo de lo monstruoso entre Frankenstein, Cumbres borrascosas y El terremoto en Chile. Vimos cómo los monstruos se definen por el reflejo que perciben de ellos mismos. La criatura de Victor Frankenstein se define como monstruo después de que su padre la abandona. Heathcliff se define por el desprecio de Hindley, por el abandono que provoca la muerte de su padre adoptivo, y por el doble juego de su par Catherine. La diferencia es que Heathcliff tiene atractivo físico, que le servirá para llevar a cabo una venganza sofisticada. Jerónimo y Josefa, por otro lado, son monstruos para una turba que los lincha. El padre de Jerónimo asesina a su hijo sin saber que su nieto queda vivo. ¿Es Felipe un monstruo también? Oculta su identidad, el lector podrá preguntarse si conseguirá el éxito de Hareton, o si el descubrimiento de su origen también definirá para él un desenlace fatal.


    Notas


    1 - "...ni los ruegos de la familia Asterón, ni el deseo de la misma abadesa, que se había encariñado con la joven a causa de su conducta intachable, pudieron atenuar el rigor con que le amenazaba la ley eclesiástica". (Kleist; 1).

    2 - Traducción del redactor.

    3 - “Si abandonó su casa —argumentó él— fue porque creyó que yo era un héroe de novela y esperaba toda clase de cosas de mi hidalga pleitesía hacia sus encantos. De tal modo se comporta respecto a mi carácter y tales ideas se ha formado sobre mí, que dudo en suponerla un ser dotado de razón”. (Brontë; Cap 14).

    4 - Vale preguntarse qué habría pasado si el Dr. Frankenstein conseguía crear una criatura atractiva físicamente.

    5 - Victor Frankenstein lo tenía claro: “Por otro lado, suponiendo que se marcharan de Europa para habitar en los desiertos del Nuevo Mundo, una de las primeras consecuencias de los anhelos que consumían a ese diablo sería la de tener descendencia. Quizá se propagaría una raza de demonios sobre la Tierra, que podría poner en peligro la misma existencia de la especie humana y sumirla en el terror”. (Shelley; Cap 3).

    6 - “Mantenía mis esperanzas, es cierto, pero esa sensación se desvanecía al contemplar mi reflejo en el agua o mi sombra a la luz de la luna, como lo hacían la frágil imagen o la inconstante sombra”. (Shelley; Cap 7).

    7 - https://www.lanacion.com.ar/878606-frankenstein-el-monstruo.

    8 - Profesora de literatura inglesa en la Universitat Autònoma de Barcelona.

    9 - En su experiencia, sus alumnas se enfocan en el aspecto romántico de la relación entre Heathcliff y Cathy, y no en las características más sádicas de H.


    Bibliografía utilizada


    Brontë, Emily, Cumbres borrascosas, edición digital traducida por Rosa Castillo.
    Kleist, Heinrich von, “El terremoto en Chile”, en http://ciudadseva.com/texto/el-terremoto-en-chile/
    Manguel, Alberto, “Frankenstein, el monstruo”, https://www.lanacion.com.ar/878606-frankenstein-el-monstruo.
    Manguel, Alberto, prólogo de la edición de Frankenstein, editorial DEBOLSILLO, traducción Silvia Alemany.
    Martín, Sara, “¿El rostro de Heathcliff?: Interpretación actoral y adaptación cinematográfica en Cumbres Borrascosas de Peter Kosminsky”, Universitat Autònoma de Barcelona 2005, 2016.
    Martín, Sara, “Heathcliff’s Blurred Mirror Image: Hareton Earnshaw and the Reproduction of Patriarchal Masculinity in Wuthering Heights”, Universitat Autònoma de Barcelona, 2006.
    Shelley, Mary, Frankenstein o el moderno Prometeo, edición digital, traducción Silvia Alemany.
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    Desde el año 2007 publico cuentos y novelas de literatura infantil y juvenil en editoriales como Edelvives, Macmillan o Urano, y revistas como Billiken.