La vanguardia brasileña del "Manifiesto Antropófago", de Oswald de Andrade, comparada con el futurismo ruso de Maiakovsky
Revista de Antropofagia, Wikimedia Commons |
El objetivo de este trabajo es analizar el “Manifiesto Antropófago”1, de Oswald de Andrade, en el marco del surgimiento de la vanguardia brasileña, y compararlo con la vanguardia futurista rusa que nace con “Bofetón al gusto del público”2, firmada por Maiakovski y Burliuk. La hipótesis es que, a pesar de que el movimiento antropófago tiene un carácter antiestético y el futurismo ruso no, comparten cuestiones muy importantes a partir de una mirada política de superación del capitalismo. Esa propuesta combate la imposibilidad de acercar el arte a la praxis vital, problema planteado por Peter Bürger en su teoría de la vanguardia3.
El futurismo ruso
En el capítulo IV de Literatura y revolución4, Trotsky comienza diciendo: “El futurismo es un fenómeno europeo. Su interés estriba, entre otros motivos, en que, contrariamente a lo que afirma la escuela formalista rusa, no se ha encerrado en el marco de la forma artística: antes bien, desde el principio, y sobre todo en Italia, se vinculó a los acontecimientos políticos y sociales”. Con echar un vistazo al manifiesto futurista de Marinetti, publicado en 1909, se puede comprobar esa afirmación. El punto 9 dice: “Queremos glorificar la guerra –única higiene del mundo– el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las bellas ideas por las cuales se muere y el desprecio de la mujer”5. El futurismo europeo, entonces, llega como un movimiento que reivindica la destrucción, el nacionalismo y que glorifica la velocidad, la audacia y la lucha. No por casualidad, después de la Primera Guerra Mundial Marinetti apoya el movimiento fascista. Sin embargo, el futurismo no se manifiesta de la misma manera en Europa. En Rusia tiene un carácter especial.
“En sus principios, el futurismo ruso fue, como ya hemos dicho, la rebelión de la bohemia, es decir, el ala izquierda semidepauperada de la intelligentsia contra la estética cerrada, de casta, de la intelligentsia burguesa...” “La lucha contra el viejo vocabulario y la vieja sintaxis poética, independientemente de todas sus extravagancias bohemias, era una rebelión benéfica contra un vocabulario entumecido y artificialmente fabricado para que nada extraño viniera a perturbarle; era una rebelión contra el impresionismo que aspiraba la vida con una paja, una rebelión contra el simbolismo que se había vuelto falso en su vacío celeste, contra Zinaida Hippius y su banda, contra todos los limones exprimidos y los huesos de pollo roídos del mundillo de la intelligentsia liberalmística. El futurismo está contra el misticismo, la deificación pasiva de la naturaleza, la pereza aristocrática, así como contra toda otra suerte de pereza, contra la ensoñación y el tono lacrimoso; está de parte de la técnica, de la organización científica, la máquina, la planificación, la voluntad, el valor, la rapidez, la precisión, y está por el hombre nuevo, provisto de todas esas cosas”.
El hombre nuevo en Rusia surgiría de la transformación del proletariado que años después de “Bofetón al gusto del público”, el primer manifiesto futurista ruso, toma el poder y anuncia su intención de que la revolución sea internacional. Por eso, apoya un proceso opuesto al de la Italia fascista y también se opone al nacionalismo y la represión de las mujeres.
El manifiesto antropófago
Oswald de Andrade escribe el “Manifiesto antropófago” en 1928, años después del “Manifiesto Pau-Brasil”, símbolo del nacimiento de la vanguardia brasileña. La diferencia entre estos dos manifiestos es que en el manifiesto antropófago ya no quedan rasgos del esteticismo del primer manifiesto. Según Haroldo de Campos en el prólogo de las Obras Escogidas: “Los ‘manifiestos’ de Oswald de Andrade tenían mucho del espíritu irreverente y de la agresividad de las proclamas futuristas y dadaístas, empleados, sin embargo, en función de una intencionalidad concreta: la desacralización y la desmitificación del contexto cultural brasileño en que los modernistas –menos antropófagos- actuaban”.
Si se analiza el manifiesto, se puede ver que hay una idea de caminar y de progreso. Sólo que este progreso no se mide a partir de la historia eurocentrista. La Revolución Caraiba, que se produce mucho antes, es más grande que la Revolución Francesa. Se camina de un período a otro para llegar al bárbaro tecnificado. ¿Quién es el bárbaro tecnificado? Una especie de indio tupi que goza con los avances en la técnica que se producen por la evolución de los medios de producción. Un sujeto que no reproduce la lógica del Estado porque no acumula ni concibe la idea de propiedad privada. Por eso Oswald también dice en el manifiesto: “Ya teníamos el comunismo”. Es la recuperación de las costumbres antropófagas no estatales en un contexto de avance inédito de la técnica. El misterio y la muerte se pueden transponer “con la ayuda de algunas formas gramaticales”. Ya no es necesaria la religión, el cristianismo, para comprender ese fenómeno.
Haroldo de Campos dice: “Oswald de Andrade vislumbra una nueva “Edad de Oro” posmoderna, una cultura antropófago-tecnológica en la cual el hombre natural tecnificado (o sea, rescatado de sus servidumbres por el uso progresista de las conquistas tecnológicas), y bajo la égida del “matriarcado” (vale decir, sin las amarras de la familia, la propiedad y el Estado de clases, propias de la cultura patriarcal, “mesiánica”), redescubrirá la felicidad social y el ocio lúdico, propicio a las artes”.
Diferencias y similitudes
En “Bofetón al gusto del público” se puede ver claramente ese “en contra de” que suele haber en las vanguardias. “Hay que echar a Pushkin, Dostoievsky, Tolstoi, etcétera, de la nave de nuestro tiempo”. Ahí no sólo hay una oposición sino un desprecio con ese “etcétera, etcétera”. Años después Maiakovsky, en el capítulo “¿A quién muerde el LEF?” en Poesía y revolución, vuelve sobre ese punto y ratifica el postulado del manifiesto. “Con todas nuestras fuerzas lucharemos contra la introducción de los métodos de trabajo de los muertos en el arte de hoy”. No sólo se oponen a los clásicos sino que los consideran muertos.
El “Manifiesto antropófago” también empieza contra “todas las catequesis” y termina postulando un nuevo calendario a partir de la deglución del obispo Sardinha, en vez del calendario cristiano. Entonces, los dos manifiestos se definen por oposición. La diferencia es que el manifiesto futurista tiene postulados esteticistas muy claros y el manifiesto antropófago no. “Hoy esperamos sólo el reconocimiento de la validez de nuestro trabajo estético para integrar con alegría el pequeño nosotros del arte en el gigantesco nosotros del comunismo”. En el “Bofetón...” esto queda muy claro. “Ordenamos que se respete el derecho de los poetas: a) a ampliar el volumen del vocabulario con palabras arbitrarias y derivadas (neologismo); b) a odiar inexorablemente la lengua que ha existido antes que ellos...”. El carácter del manifiesto antropófago es antiestético y está vinculado a la acción política. Basta leer el comienzo: “Sólo la antropofagia nos une. Socialmente. Económicamente. Filosóficamente”.
No se menciona la estética en ninguna parte del manifiesto. Sólo se hace una mención a la carencia de la gramática en ese “nosotros” construido. Pero lo hace en un sentido positivo. No hace falta tener esa gramática purista importada de Portugal, ni saber lo que era “urbano, suburbano, fronterizo y continental”. Acá se puede ver un marcado carácter nacional en ese “nosotros”. Pero un carácter nacional contradictorio que apela a la identificación con el pasado tupí, que no distingue límites geográficos. Es decir, se apela a un referente del pasado para definir lo nacional, pero a la vez se va más allá de la idea de nación. Más teniendo en cuenta que caracteriza como pobre la Revolución Francesa, madre de muchas revoluciones en América. Si se piensa con la lógica del manifiesto, eso es absolutamente cierto. Los límites nacionales tienen que ver con el Estado, con los Estados burgueses que deben superarse con la antropofagia. En ese caso, las fronteras dejarían de tener sentido porque ya no serían objeto de la disputa entre burgueses del mundo sino el hogar de los tupíes, que no siguen la lógica de la acumulación y la propiedad privada, y se diferencian por el prestigio.
El movimiento antropófago no va contra el pasado sino que va contra la tradición. Recupera el pasado para configurar el futuro. En el futurismo ruso el “nosotros” tiene que ver con el arte colectivo que intenta superar el individualismo. Hay una intención explícitamente estética. Un grupo de futuristas vestidos con colores saltones intenta ofender el buen gusto de los burgueses. Después de la revolución, ese “nosotros” combate contra las víctimas de la burguesía. “En el pasado habíamos luchado contra los búfalos de la burguesía. Y los habíamos aturdido con las blusas amarillas y los zorros pintados. Hoy combatimos contra las víctimas de estos búfalos en nuestro orden soviético”. El objetivo último es la clase obrera, protagonista de la revolución, y también el campesinado analfabeto que era inmensa mayoría en la recién nacida Unión Soviética.
La forma de llegar a las masas propuesta por el grupo LEF resulta muy interesante. Ante la acusación de que a los futuristas nadie los entiende, Maiakovski dice en “Los obreros y los campesinos no os comprenden”: “Pero si un libro está dirigido a unos pocos, de la misma manera en que la energía del Volchstroi se transmite a algunas estaciones a fin de que éstas distribuyan la energía transformada en corriente eléctrica, tal libro es útil. En efecto, estos libros están dirigidos a unos pocos, no a los consumidores, pero sí a los productores. Son las semillas y las corazas del arte de masa“. Y acá vemos algo que sí une a las dos vanguardias. La apelación a los avances tecnológicos. Para Maiakovski son los libros que viajan como la electricidad y se distribuyen a todas partes. Oswald apela al cine y al bárbaro tecnificado como última etapa del “recorrido” de ese “nosotros” que configura. El manifiesto antropófago afirma que la ropa obstaculiza la verdad. “La reacción es en contra del hombre vestido”. El hombre vestido es el que oculta detrás de una máscara su verdadero carácter. El cine, dispositivo tecnológico e innovador en esa época, desnuda al hombre y rompe con la moralidad europea y cristiana a la que el manifiesto se opone. Los futuristas también quieren terminar con el buen gusto burgués y por eso se visten de forma extravagante y gritan en los bares6.
Conclusión
Se planteó el problema de cómo configurar una nación. Se habló de que la Revolución Francesa había inspirado la mayoría de los proyectos independentistas en América Latina. Sin embargo, en el “Manifiesto antropófago” se la trata de pobre, superada por otra experiencia anterior. El indio es el sujeto buscado para definir una identidad nacional. Así como los futuristas rusos buscaban en el proletariado el sujeto que transformaría el mundo, y ellos mismos querían ser obreros de las palabras. La fusión de arte y vida era la meta principal. Sin embargo Bürger muestra los límites de esta intención. El arte está separado de la praxis vital y se justifica a sí mismo. El arte está para que lo vean. Trotsky va en la misma línea. El artista bohemio burgués sólo puede producir un arte cuya recepción quede dentro de un grupo delimitado. La literatura estaría condenada a su autonomía7. El límite está en las condiciones materiales, en el desarrollo cultural que en el capitalismo deja a una gran mayoría excluida de la institución arte.
La fusión de arte y vida, para Trotsky, sólo es posible modificando estos límites, y la única forma de modificarlos es superando la lucha de clases, con la victoria del socialismo. Precisamente Trotsky critica a los que creen que pueda desarrollarse en la Unión Soviética un arte proletario cuando ni siquiera se asimiló el arte burgués. La pretensión destructora de la vanguardia, de destruir una tradición, choca contra la pared cuando sólo la vanguardia conoce el camino entre el arte nuevo y el viejo.
En el manifiesto antropófago la actitud es distinta a la del futurismo ruso. En “Una bofetada...” Maiakovski dice: “Todos esos Máximos Gorkis, Kuprins, Blocks, Sologubs, Remizov, Averchenckos, Chornys, Kuzmins, Bunins, etcétera, etcétera; sólo necesitan quintas a la orilla de un río. Así recompensas el destino a los sastres. ¡De la altura de los rascacielos miramos su pequeñez !” En cambio el manifiesto antropófago plantea la acción de deglutir al enemigo. Comerse al adversario poderoso para superarlo. En vez de mirarlo desde las alturas, entrar en contacto y comerlo. Esta acción desafía la teoría de Bürger. Oswald no intenta conciliar la institución arte con la praxis vital, sino que se come la institución arte para realizar la praxis antropófaga. Y de vuelta pueden verse similitudes con la praxis de Marx8. El proletariado será el sepulturero de la burguesía. ¿Y si además de enterrarla la devora?
Bibliografía utilizada
Andrade, Oswald de. Obra Escogida. Biblioteca Ayacucho. Edición digital. http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/
Bürger, Peter. Teoría de la vanguardia. Ediciones Península. Barcelona, 1987.
Trotsky, León. Literatura y Revolución. Edición digital http://www.marxists.org/espanol/index.htm, 2001.
Maiakovski. Poesía y revolución. Ediciones Península. Barcelona, 1974.
Notas:
1 Andrade, Oswald de. Obra Escogida. Biblioteca Ayacucho. Edición digital. http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/. p.65.
2 Maiakovski. Poesía y revolución. Ediciones Península. Barcelona, 1974. p.11.
3 Los movimientos históricos de vanguardia niegan las características esenciales del arte autónomo: la separación del arte respecto a la praxis vital, la producción individual y la consiguiente recepción individual. La vanguardia intenta la superación del arte autónomo en el sentido de una reconducción del arte hacia la praxis vital. Esto no ha sucedido y acaso no pueda suceder en la sociedad burguesa, a no ser en la forma de la falsa superación del arte autónomo. De esta falsa superación dan fe la literatura de evasión y la estética de la mercancía. Una literatura que tiende ante todo a imponer al lector una determinada conducta de consumo es práctica de hecho, pero no en el sentido en que lo entiende el vanguardista. Semejante literatura no es un instrumento de emancipación sino de sumisión. Bürger, Peter. Teoría de la vanguardia. Barcelona: Península, 1987. p.109 y 110.
4 Trotsky, León. Literatura y Revolución. Edición digital http://www.marxists.org/espanol/index.htm, 2001.
5 En http://news.bbc.co.uk/2/shared/bsp/hi/pdfs/20_02_09_the_futurist_manifesto.pdf.
6 ¿O acaso la poesía no es desnudar el alma?
7 “El error de Lef, o al menos de algunos de sus teóricos, queda manifiesto en su forma más generalizada cuando exigen de manera imperativa que el arte se funda con la vida. No es preciso demostrar que la separación del arte con otros aspectos de la vida social resulta de la estructura de clase de la sociedad, que el arte bastándose a sí mismo no es más que el revés del arte como propiedad de las clases privilegiadas, y que el arte se fundirá poco a poco con la vida, es decir, con la producción, los festejos populares y la vida de grupo. Está bien que Lef lo comprenda y lo explique. Pero no está tan bien que, al presentar un ultimátum a partir del arte actual, diga: abandonad vuestro “oficio” y fundíos con la vida. Los poetas, pintores, escultores y actores ¿deberían, según eso, dejar de pensar, de presentar, escribir poemas, pintar cuadros, tallar esculturas, expresarse ante las candilejas y llevar su arte a la vida? ¿Cómo, dónde y por qué puertas?” “Rechazar el arte como medio de describir y de imaginar el conocimiento para oponernos al arte burgués contemplativo e impresionista de los últimos decenios significa arrebatar de las manos de la clase que construye una nueva sociedad una herramienta de la mayor importancia. Se nos dice que el arte no es un espejo, sino un martillo, que no refleja, sino que modela. Pero también hoy se enseña el manejo del martillo con la ayuda de un espejo, de una película sensible que registra todos los elementos del movimiento. La fotografía y la cinematografía, gracias a su fuerza descriptiva, se convierten en poderosos instrumentos de educación en el terreno del trabajo. Si no puede uno pasarse sin un espejo, incluso para afeitarse, ¿cómo vamos a construir o reconstruir la vida sin vernos en el “espejo” de la literatura?”
8 Ciertamente, Marx reconocía un comunismo primitivo, donde tampoco existía la acumulación, y por lo tanto no existían las clases sociales ni la lucha de clases. El Estado se forma recién a partir de la necesidad de una clase de gobernar sobre la otra, como una superestructura construida con la acumulación y la propiedad privada. El regreso al comunismo, según Marx, se producirá cuando las fuerzas productivas alcancen un límite en el capitalismo y el proletariado agote todas las posibilidades dentro de ese medio de producción. La praxis revolucionaria del proletariado destruirá el Estado y usará la técnica desarrollada por los anteriores medios de producción para organizar un comunismo de la abundancia. Entre el análisis de Marx y la propuesta de Oswald hay muchas similitudes. Los dos buscan en el pasado una organización que les permita proyectar sobre bases sólidas una sociedad que la supere.
0 comentarios:
Publicar un comentario