Comparto con ustedes esta crónica de Thomás Ferreyra, uno de mis alumnos de 5to año. Haciendo uso de recursos humorísticos, Thomás nos muestra que una sala de cine puede convertirse en un lugar peor que una trinchera francesa en la Primera Guerra Mundial.
El cinéfilo indignado
por Thomás Ferreyra*
Uno espera todo el mes el estreno de alguna película para cuando estás
cómodo con el balde de pochoclos lleno, desparramándolo por doquier y
con un vaso de coca que a los diez minutos se convierte en agua inmunda.
Ahí aparecen estos personajes:
El boludo del celular: atiende en voz baja o le vibra el aparato toda la
película, intenta pilotearla mandando mensajes pero igual se escucha el
ruido de los botones. Te perdés casi media película imaginando cómo le
estallarías el celular contra el piso y lo sacarías a patadas de la
sala.
Las amigas densas: están toda la película hablando para tratar de
entenderla, se ríen fuerte o hacen comentarios boludos, y como tus
miradas de odio no se notan en la oscuridad las reemplazás por un
malhumorado "shh".
El que va por segunda vez: a este chabón le gustó tanto la película que
va a verla por segunda vez, llevando a un par de amigos. Tanto vos como
los amigos quieren ver la peli. Son muchas las veces que el pesado dice
"mirá ahora", "no sabés lo que viene ahora", "todavía falta la mejor
parte", "ni te imaginás quién es el asesino", "mirá, mirá esta parte".
Los amigos lo callan, pero el denso no se aguanta y se le escapan frases
y escenas. A ese personaje te dan ganas de vaciarle sobre la cabeza el
invento de Coca con agua que te quedó.
La impresionable: la mina está toda la película gritando o suspirando.
Cada vez que aparece el malo, el bicho feo, sangre o alguna escena
violenta, la mina se recontra caga en las patas y pega gritos de horror.
Los gritos de la mina son los únicos que te espantan y no tenés cómo
callarla porque la piba tiene más miedo que Messi en una final con la
selección.
El desubicado: generalmente es un pendejo que va con su amigo tan boludo
y en la edad del pavo como él. El pibe hace vocecitas cómicas
intentando imitar a varios personajes, como si esto fuese gracioso para
alguien más que ellos dos. El tarado del amigo le festeja las bromas de
una manera tan exagerada que tentaría a cualquier bobo a seguir con su
rutina humorística, así que el desubicado está "en su salsa". No querés
quedar como ortiva pero si tuvieses una bomba y vivieses en Irak ya
serías noticia.
Y finalmente estoy yo, que estoy ahí con cara de culo, odiando a todos,
sin poder mirar la película que después la termino mirando en mi casa,
comiendo cualquier cosa, acostado. Algunos dirán que soy anti pero
prefiero estar en mi casa antes de pagar una entrada para ver a los
mismos boludos.
*Thomás Ferreyra es uno de mis alumnos de 5to año. La crónica es el resultado de un ejercicio de escritura.
¡Muy bueno! Así se vive el cine.
ResponderEliminarMuy bien contada la crónica, Thomás. Felicitaciones
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