• La Real Academia Española en la picota

    Resulta que, en 2010, la Real Academia Española introdujo algunas novedades en su edición de Ortografía de la lengua española.

    Aquellos que gustan de seguir al pie de la letra los mandatos de sus majestades, verán que allí florecen los choques entre la academia y el uso efectivo de la lengua.

    Símbolo de la RAE.


    Por ejemplo, proponen un solo nombre para cada letra del abecedario. La V corta pasaría a llamarse "uve" y la W (doblevé) pasaría a llamarse "uve doble".

    Por supuesto, no obligan a nadie a utilizar esta recomendación, faltaba más. Pero apuestan a la convergencia de los usos de cara al futuro. Lo que faltó, al menos para mi gusto, es una explicación de por qué esa convergencia nos beneficiaría de alguna manera como hablantes del español.

    Después, sí hay órdenes más explícitas. Las K deberán sustituirse en los extranjerismos y latinismos adaptados al español. Ya no será más "Quórum" sino "Cuórum". Lindo, ¿no? Estas modificaciones nos empujan, con el argumento de la asimilación, a perder el puente entre el latín y el español, representado en la grafía. Esa Q es una huella del paso del tiempo. ¿Debemos borrar todas las huellas, como en los policiales?

    "En caso de mantener las grafías etimológicas con q, estas voces han de considerarse extranjerismos o latinismos crudos (no adaptados) y escribirse, por ello, en cursiva y sin tilde", dicen desde la RAE. Con eso, en vez de simplificar complican todavía más el uso del idioma. Agregan reglas que delimitan lo extranjero y lo español, como si de construir muros y derrumbar puentes se tratase esto.

    Con el mismo afán asimilatorio, ex esposo o ex jugador ahora serán exesposo y exjugador. ¿Por qué? Porque se los considera prefijos, y como los prefijos carecen de autonomía, deben estar unidos a la base. Este horror visual tiene un poco más de sentido puesto que conserva el prefijo (¿en alguna edición futura recomendarán poner "ecs" en vez de "ex"?) y lo somete a las mismas reglas que el resto.

    El único punto positivo es que se quita de una buena vez por todas la "o" acentuada cuando está entre números. Ej: "No recuerdo si tenía 6 ó 7 años" ahora es: "No recuerdo si tenía 6 o 7 años". Nadie confundía ese "6 o 7" con un 607, así que, ¿para qué mantener el criterio? Un punto a favor para sus majestades.

    Pero lo bueno les dura poco. Enseguida llegan con la peor modificación de todas. Algo que le pone los pelos de punta a cualquier amante del lenguaje sencillo y claro: la eliminación de la tilde diacrítica en el adverbio "solo".

    Ahora las ambigüedades al estilo: "Come solo la ensalada" deberán explicitarse con "el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una única interpretación".

    ¿Por qué hay que emplear sinónimos, una puntuación adecuada (¿?), incluir un elemento que impida el doble sentido o cambiar el orden de palabras? Todo por el objetivo de que cada tipo de palabra tenga una regla sin excepción. Sin embargo, el uso de la lengua obliga a la norma a crear excepciones, y es en las excepciones donde vive lo más atractivo de la lengua y de la vida también.
  • 0 comentarios:

    Publicar un comentario

    LIBROS PUBLICADOS

    Desde el año 2007 publico cuentos y novelas de literatura infantil y juvenil en editoriales como Edelvives, Macmillan o Urano, y revistas como Billiken.